29/8/08

El Amor Como Reconocimiento Antiguo

El Amor Como Reconocimiento Antiguo














La verdadera amistad o el amor no se fabrican ni conquistan. La amistad siempre es un acto de reconocimiento.Esta metáfora se puede hundir en la naturaleza arcillosa del cuerpo humano. Cuando encuentras a la persona que amas, un acto de reconocimiento antiguo os reúne.
Es como si millones de años antes de que la naturaleza rompiera su silencio su arcilla y la tuya yacieran juntas.
Luego, en el ciclo de las estaciones, esa arcilla única se dividió y separó. Cada uno se alzó como formas individuales de arcilla que aloja­ban su individualidad y destino.
Sin saberlo, vuestras me­morias secretas lloraban la ausencia mutua. Mientras vues­tros seres de arcilla deambulaban durante miles de años por el universo, el anhelo del otro nunca decayó.
Esta me­táfora permite explicar cómo se reconocen súbitamente dos almas en el momento de la amistad. Puede ser un en­cuentro en la calle, en una fiesta, en una conferencia, una presentación banal, y en ese momento se produce el rayo del reconocimiento que enciende las brasas de la afinidad.


Se produce un despertar, una sensación de conocimiento antiguo.

Entráis. Habéis regresado a casa por fin.
En la tradición clásica esto encuentra una expresión maravillosa en el Simposio, mágico diálogo de Platón so­bre la naturaleza del amor. Platón vuelve al mito de que en el principio los humanos no eran individuos singula­res. Cada persona era dos seres en uno. Luego se separaron; por consiguiente, uno pasa la vida buscando su otra mitad. Al encontrarse, se descubren por medio de este acto de reconocimiento. En la amistad se cierra un círculo antiguo. Lo que hay de antiguo entre ambos os cuidará, abrigará y unirá.

Cuando dos personas se enamoran, pasan de la so­ledad del exilio a la casa única de su comunión. En las bodas corresponde reconocer la grada del destino que per­mitió el encuentro de estas dos personas. Cada una reconoció en la otra a aquella en la cual su corazón encontraría refu­gio. El amor jamás debe ser una carga, porque hay algo más entre ambos que la presencia mutua.
El círculo de comunión
Para reflejar esto se necesita una palabra más vibrante que la tan trillada «relación».
Las frases como «se cierra un círculo antiguo» y «un anhelo antiguo despierta y toma conciencia de sí» ayudan a revelar el significado profundo y el misterio del encuentro.
Expresan en el lenguaje sacro del alma, la unicidad y la intimidad del amor.

Cuando dos personas se aman, se genera una tercera fuerza entre ellas.

Una amistad interrumpida no siempre se restaura con horas interminables de análisis y consejos. Es necesario modificar el ritmo de los encuentros y reanudar el contacto con la antigua comunión que los reunió. Esta antigua afi­nidad os mantendrá unidos si invocáis su poder y su pre­sencia.
Dos personas realmente despiertas habitan un círculo de comunión.
Han despertado una fuerza más an­tigua que los envolverá y abrigará.

La amistad exige que se la alimente. La gente suele de­dicar su atención principalmente a los hechos de la vida, su situación, trabajo y categoría social. Vuelcan sus mayores energías al hacer. El Maestro Eckhart escribió bellas pala­bras sobre esta tentación. Según él, muchas personas se preguntan dónde deberían estar y qué deberían hacer, cuando en realidad deberían preocuparse por cómo ser.

El amor es el lugar de mayor ternura en tu vida.

En una cultura preocupada por las rigideces y definiciones nítidas, y que por consiguiente le exaspera el misterio, es difícil sus­traerse a la transparencia de la luz falsa para entrar en el te­nue resplandor del mundo del alma. Acaso la luz del alma es como la de Rembrandt, esa luz rojiza, dorada, que carac­teriza su obra. Esta luz crea una sensación de volumen y sustancia en las figuras sobre las cuales derrama su suave resplandor.

El kaliyana mitra


















La tradición budista concibe la amistad según la bella idea del kaliyana mitra, el «amigo noble».

Tu kaliyana mitra, le­jos de admitir tus pretensiones, te obligará, con dulzura y mucha firmeza, a afrontar tu ceguera.

Nadie puede ver su vida íntegramente. Así como la retina del ojo tiene un pun­to ciego, el alma tiene un lado ciego que no puedes ver.

Por eso dependes del ser amado, que ve lo que tú no puedes ver.

Tu kaliyana mitra es el complemento benigno e indispensable de tu visión.